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Ave Cæsar / pajarraco tu padre

25/06/2011

Auch gennant: „Erstes Vorstellungsgespräch für Deutschland“ (Primera entrevista para Alemania), o «Semana contrarreloj», o «How to introduce oneself into shirts of eleven twigs». O también «Un año después» llamarse podría. Ya parezco el hijo bastardo de Yoda, maldita sea la influencia del alemán.

En este instante hace justo un año que puse un pie en Valencia, tras mis aventuras y desventuras en Freiburg. Llevaba un año soñando con un billete sólo de ida a Alemania y un contrato de trabajo en dicho país. Pero no adelantemos acontecimientos.

El lunes recibí una llamada. Y sabía de sobra que mi vida podía cambiar a raíz de esa llamada. Hoy viernes, 10 de Junio del año de Nuestro Señor el Monstruo Espagueti Volador 2011, tenía una entrevista de trabajo en Madrid. La entrevista en cuestion sería para MTM Power, empresa alemana que fabrica conversores electrónicos de baja potencia con unas prestaciones acojonantes. Dicho de otra forma, fuentes de alimentación que no peten a la primera de cambio, como la de mi primer PC.

¿Interesante, no? Sí, claro, todo pintaba bien. El jueves, curso de AutoCAD. El viernes, viaje a Madriz. El sábado, examen del First Certificate. Y El martes siguiente, examen de alemán en la EOI. «Oiga, ¿y usted a qué dedica su tiempo libre?» Espera, que voy a buscar esa última palabra en el diccionario, que mi nivel de español no es muy alto.

Lo primero que hice fue investigar sobre la empresa en cuestión. Todo lo que hace es interesante, y mi trabajo sería de diseño electrónico, optimización y programación de microprocesadores. Esto es, los aspectos de la Electrónica que más me molan. Miré las posibles centrales. Una está en Mainhausen, cerca de Frankfurt. Podría hasta vivir en la City, que es como una pequeña New York en Alemania, e ir a currar en tren. Mola. Además, está cerca de la zona Rhein-Ruhr, tengo el mayor aeropuerto de Europa al aldo, y en un momento (2 horas o menos) puedo plantarme en Mainz, Colonia, Bonn, Stuttgart, Karlsruhe, Darmstadt… o hacer una visitilla a Freiburg. De PM.

La otra opción era Mellenbach, donde está la sede principal. Un pueblo muy bonito en medio de un bosque enorme. Apenas son 1000 habitantes, que hablan un dialecto muy raro (el danés es como el alemán pero con una patata en la boca; en el Mallmisch, se trata de una patata XXL). El bar más cercano está a 25 km, y una vez al año pone jevi. El gimnasio, bar jevi o la academia de alemán más próxima debe de estar en Erfurt, a 60 km por caminos de cabras.

Por supuesto, a Mellenbach sólo se puede acceder en coche o por teletransporte, y el otorrino más próximo también andará lejos. No espero tener problemas con mi oído, pero nunca se sabe. El clima del pueblecito en invierno no me he atrevido a mirarlo [Nota a posteriori: no es tan duro como pensaba].

Así pues, puse una velita a San Frankfurtcisco del Meno, y partí de casa, tal día como hoy. Mi padre me aconsejó pelarme la clase de inglés y coger el AVE, por si algún imprevisto me retrasaba. Y bien que hice. Debido a actos vandálicos ajenos a Renfe (los vándalos no trabajan en esta compañía), un «obstáculo» en la vía produjo un retraso de 2 horas al AVE de las 8 de la mañana. Que 5 horas después aún no se haya restablecido la normalidad, tiene delito.

Al ser causas ajenas a Renfe, no aplica el compromiso de puntualidad, ni devuelven la pasta. Otra cosa es mantener las vías en condiciones o resolver problemas rápidamente para que continúe su negocio, que sí es responsabilidad suya. [Al día siguiente leo en el periódico que fue un tubo que olvidaron los de Gas Natural, y Renfe los demandará por ello; si es así, yo quiero mi pasta]. Por cierto, al lado tenía un borjamari con el que hablé mientras el tren estuvo parado; pese a todo, era un chaval muy majo.

En un momento dado fui a mear. He olido cuadras más agradables que ese WC (porque olía a cuadra, de verdad).

Al fin llegué a Madrid. Me puse la corbata, para abrigarme un poco los huevos. Parezco un tío serio y todo, con el «mono de trabajo» que dice mi padre. En el metro, una fermosa moza me mira de reojo. No es la primera vez que me pasa cuando voy con el traje. Aún no he currado de ingeniero, pero ya me está molando.

Por cierto, el traje me ayudó a soportar el aire acondicionado. En Metro Madrid está mucho más fuerte que en Valencia, y allí ya me quejo. En verano debería permitirse que la gente fuera a trabajar en mangas de camisa y a cambio no haría falta llegar a temperaturas criogénicas, ahorrando por tanto energía. Esto llevan años haciéndolo en Tokyo, pero es que aquí somos gilipollas.

Llegué al Instituto de la Ingeniería de España. Parece mentira que pueda existir tal entidad en un país de paletos como éste. Localizado mi objetivo, busqué un bar cercano para comer. En él coincidí con otro colega de profesión (ingeniero industrial en paro), para más inri, también de la Politécnica de Valencia. Estuvimos un rato contando batallitas de la carrera.

Antes de partir quería lavarme los piños, cosa que mi dentista (y en segunda instancia, mi bolsillo) agradecerá. Fui al lavabo. En una puerta ponía «Caballeros». Fui al otro. Pero no ponía «Villanos» sino «Señoras». Ante la duda, entré en el primero, pues en mi situación actual es más fácil hacerse pasar por caballero que por señora.

Fuimos ya para allá. Según llegué, salía un señor alemán bastante majo. En teoría mi entrevista era quince minutos después, pero me hizo pasar. Mientras se sentaba y apartaba de mi vista unos papeles con dibujos de circuitos y formas de onda, tuve 5 segundos escasos para reconocer lo que había en ellos: un conversor DC/DC y las gráficas de su funcionamiento.

El señor R. primero me preguntó por mi carrera. Casi me manda de vuelta a mi casa cuando vio en el curriculum «Mechanical Engineer», que es la traducción más adecuada para «Ingeniero Industrial» (Maschinenbauingenieur). «Industrial Engineer» (Wirtschaftsingenieur; por suerte conocía estas dos palabritas en alemán) es más bien un Ingeniero en Organización Industrial, un gestor. Le tuve que explicar el problema de traducir el nombre de mi carrera a otros idiomas, y le mostré el Suplemento del Diploma, donde ponía las asignaturas que había estudiado (y las notazas de Electrónica de Potencia y Electrónica Industrial, durante cuyo examen empecé a escribir el famoso relato «Cagar en el Poli II»). Ahí ya se mostró algo más bonachón.

Herr R. me volvió a dibujar el circuito de las hojas de antes, y me pidió que le explicara en inglés cómo funcionaba. Menos mal que anoche me dio por echar un vistazo extra a los apuntes de Electrónica de Potencia, a cambio de dormir menos de 6 horas. Aunque los detalles los tenía un poco verdes, los fundamentos eran simples. «De acuerdo, veo que domina la materia». Nota mental: para la próxima entrevista, repasarse toda la Electrónica, desde los tiempos de Faraday hasta el condensador de fluzo.

Con letra más de médico que de ingeniero, me escribió en el CV «Ja» (Sí). Lo puso en el montón de los demás, en los que pude leer «Nein» (No). Vale, acabo de superar a varios candidatos de un gorrazo, sólo porque ellos no tienen ni puta idea de electrónica. Menos mal que no eché candidatura para Airbus, dados mis nulos conocimientos de aeronáutica.

Llegó el jefazo supremo de la empresa. «This is Mr. K., the big boss». Le dijo en alemán «Éste sí». Mola. Miraron el apartado de idiomas. +1. «Nos interesa más el inglés que el alemán», si bien la entrevista fue en ambos idiomas, pasando de uno a otro sin previo aviso. Me preguntaron por algún diploma de inglés. Medio sonriendo, medio soltando lagrimita, dije que tenía el examen al día siguiente por la mañana.

Y luego me fueron sinceros… lo cual es de valorar. De entrada, confirmaron mis temores: el puesto sería en Mellenbach, con un contrato de 8 a 12 meses, de entrada. Luego podría elegir entre quedarme en Alemania, o irme a Madrid/Barna, a una sede que querían abrir. Algo me dice que el traslado implicaría rebajar el sueldo al nivel español (a ellos se lo hacen lamentablemente en su propio país, sólo porque son «Ossis», alemanes del Este). Les dije que, dado el extremo, prefería Barna. Sacaron el tema fútbol. Si no fuera porque no tenemos birras en la mesa, esto no parecería una entrevista de trabajo.

El coche sería imprescindible. El pueblo es más un sitio de vacaciones que otra cosa, así que de fiesta no voy a tener ni la justa y necesaria. Y el sueldo… empezaría con 30k al año, brutos. OK, para empezar no está mal (pese a ser bastante inferior al sueldo del ingeniero estándar alemán), pero no sé si luego podré sobrevivir cuando el señor Schäuble, ministro de Economía, me pegue el sablazo. Más que nada, porque en Alemania los impuestos son más altos, y eso que aquí ya son un rato hijos de puta (con todas las letras, ya que el INEM cuenta como 2º pagador, así que me toca devolver casi un sueldo este año: encima de cornudo, apaleado). Tendré que hacer cálculos.

Por lo demás, el viaje me lo pagan ellos, y de los trámites fundamentales se encargan ellos también (tarjeta fiscal, etc.) Además, tienen un convenio con un barecito para comer por 1 €, y los alquileres son muy baratos: el piso entero de Herrn R. cuesta menos que una habitación desamueblada en Freiburg. «Mi corte de pelo me cuesta 5 €; el suyo probablemente sea mucho más barato», dijo señalándome. Me reí. Los dos alemanes se descojonaron.

Herr R. se piró al aeropuerto, y Herr K. se quedó contándome (en alemán) lo que hacen en su empresa. Todo muy bonito, prestaciones muy buenas, facturación brutal, pero no me acaban de hacer gracia sus condiciones. Una cosa es que yo vaya allí a trabajar, y otra muy diferente es que mi vida consista sólo en ir de casa al trabajo y vice-versa. Puedo llevarme ejércitos de Warhammer para pintar, puedo ver todas las películas y oír toda la música que me he descargado… pero también me gustaría ir a pubs los findes, conocer gente, mejorar mi alemán… y lo que surja.

Lo pensé por un momento. Aunque igual no estoy hecho para vivir en un pueblecito, podría coger experiencia y si no me mola el rollo, pedir un traslado a Frankfurt o cambiar de empresa. Todo ello sería mucho más llevadero si me pudiera pegar la última fiesta en condiciones. En Alemania, del 4 al 7 de Agosto (el 4 es mi cumple) de 2011, Wacken Open Air. Wacken, Schleswig-Holstein, Deutschland. „Welcher wäre mein Eintrittstermin?“, es decir: ¿Cuál sería mi plazo de incorporación? Esto lo dije apurando mis conocimientos de alemán culto y justificándolo con preparar la mudanza. „Am 1. August“. MIERDA.

Terminamos la conversación. «Piénseselo y mándeme un correo la semana que viene». Lo haré, pero va a ser tal vez la decisión más difícil de mi vida. Al tipo no le importó que no tuviera referencias de otras empresas -obligatorias en Alemania y Suiza-, ni que los justificantes que aportaba de España no estuvieran traducidos. Estos «justificantes» son desde las notas de toda mi trayectoria académica, hasta títulos de idiomas, cursos y el papel de exención de la mili; en Alemania se empaqueta todo en una carpeta especial al efecto (Bewerbungsmappe) y se manda junto al CV y la carta de presentación. Conociendo sus costumbres, quería causar buena impresión.

A lo anterior hay que añadir que no me han hecho ninguna pregunta trapera, del palo «¿Por qué he de contratarle a usted, y no al que ha pasado antes?». Señal de que buscan ingenieros desesperadamente. [Nota a posteriori: esa oferta de trabajo lleva un año y medio en la Bundesagentur für Arbeit, el equivalente al INEM]. Ésta es una de esas empresas de las que habló un representante de la ZAV (Central para el Intercambio de Trabajadores Extranjeros, o algo así) en una charla del Goethe Institut hace un año o así: empresa pequeñita, en el culo del mundo, con un enorme volumen de negocio, desarrolla tecnología punta, pero es poco atractiva para los jóvenes ingenieros. Además, tampoco pueden competir en salarios u oportunidades profesionales con las grandes como Volkswagen, Bosch o Siemens.

Volví a la estación de Renfe, con los ánimos encogidos. Las condiciones no me acaban, aunque el trabajo me mola mucho, y ya me han dicho que valgo. Va a ser difícil decidir. Dentro de 16 horas tengo un examen de inglés. Ahora mismo mi cabeza está a mil jodidas millas de dicho examen y dicho idioma. Llamé a mi padre; me aconsejó que lo pensara, y lo hablaríamos con detalle en la comida del domingo. Allí estará mi tío, que empezó con una farmacia en un pueblo con más vacas que humanos, donde él era el más joven. Si bien allí conoció a su mujer. Aunque allí había 3 bares, y a él no le preocupaba que el bar jevi o la academia de alemán más próxima estuviera a 60 km o más.

En la puerta de Atocha había una pareja de emos. Lo que supongo sería «ella» (o una de ellas, con los emos nunca se sabe) tenía más bigote que yo. Entonces me puse a pensar en algo que ellos ignoran, el sentido de la vida. Tal vez un poco influenciado por Monty Python, llegué a la conclusión de que la vida no tiene ningún sentido. Pero ya que estamos aquí, hay que aprovechar y disfrutarla al máximo. Igual no se está tan mal en Mellenbach. Allí quizá haya gente joven, algo harán para distraerse en vez de encerrarse en su casa. Incluso puede que haya mozas cansadas de ver siempre las mismas caras, y yo seré el nuevo, extranjero, exótico… y encima, ingeniero… Ja vorem.

En el control de equipajes coincidí con otro fan de Mundodisco, el nombre de Terry Pratchett en grande sobre el libro que leía le delató. Debatimos un rato sobre A’Tuin y la desternillante cosmología de Mundodisco. Luego, cada uno se fue hacia su tren.

Mientras merendaba me hice un pequeño check-list de factores que podrían condicionar mi estancia allí, desde el orden de empadronarse/pillar coche/usted no tiene dinero en este país, hasta un cálculo de la pasta que me costaría vivir allí, y la que me ahorraría al no hacer tanto el golfo como aquí. De todas formas, tengo una semana para contestar, y por delante tenemos el First Certificate in English.

Llegué a Valencia y a casa. Mi sobrino dijo que «iba guapo con ese disfraz». Comenté el resultado de la jugada con la familia. Si no tuviera que levantarme mañana a las 7, hoy habría procedido un pedal como un piano: yendo del revés es como mejor se toman decisiones tan importantes y atrevidas como ésta, aunque a veces uno no lo ve tan claro al día siguiente…

En fin… le pegué el último vistazo a los phrasal verbs. Hoy no dormiré bien, y mañana necesito concentración. Dejé los apuntes de Electrónica de Potencia en el escritorio, junto con los del curso de AutoCAD. Cuando acabe el First y el examen de Alemán de la Escuela de Idiomas, ya tengo con qué distraerme. Y respecto a mi posible mudanza… el Monstruo Espagueti Volador dirá.

Möge die Macht mit mir sein / Que la Fuerza me acompañe.

BARVADER ’11